¿ALGÚN DÍA LLEGARÉ A SER INVISIBLE? (Cuento sobre una persona 'rara')
Y el perro sabio lo sabía:
Todas las mañanas se levantaba muy temprano y se iba con él a correr alrededor del parque, con su botella de agua y sus audífonos escuchando música que, la hiciera olvidar que, se sentía tan extraña en aquel sitio, se sabía de otro lugar, y que, esa no era su familia. Su hermana solo lo reconocía a él, no sabía de dónde, solo sentía que habían estado juntos desde siempre.
Luego, iba a pesarse y no le parecía suficiente. Seguía sintiéndose pesada, y no podía esconderse de esa vida que estaba viviendo.
Aún así, estaba dándose el cambio, estaba dejando de ser niña. Era ahora una mujer, estaba llena de creencias, ideas que le habían inculcado en ese mundo tan extraño y ajeno para ella. Tampoco quería sufrir como sufría su madre terrenal, no quería sufrir, como otras mujeres adultas que conocía. No quería que la vieran los hombres, porque a veces sentía que se le erizaba la piel y sus latidos se aceleraban al sentir sus miradas y sus voces que, le decían cosas que no entendía.
Un día su hermano, su amigo fiel, tuvo que partir, porque su estadía en la tierra había concluido y su amada hermana, lo abrazó tan fuerte, lo estrechó tan cerca de sí y a la vez con tal ternura, que sintió su corazón latir junto al suyo y escuchó lo que le decía: Amada hermana, tengo que partir. Mi misión aquí está cumplida. Ya eres una mujer... Solo confía, no estás sola, busca dentro de ti y encontrarás la calma, busca dentro de ti, y encontrarás las respuestas, eres luz, somos luz, todo es luz. Somos polvo de estrellas. Hacía ellas voy. Gracias por tu amor...
Y ella siguió abrazándolo, sintió que el corazón de su fiel compañero dejó de latir, y empezó a sentir que el suyo, latía con más fuerza.
Lejos de asustarse. Pudo percibir que, la energía de su hermano estaba ahora en ella y empezó a ver que el mundo se teñía de hermosos colores. Y que, ahora la vida que le había tocado vivir tenía sentido. Empezó a buscar las respuestas adentro y aprendió a confiar que una parte de ella era libre como el polvo de estrellas, de donde provenía y de lo que estaba compuesta.
Dejó de resistirse, dejo de luchar. Aceptó que si estaba en la tierra y tenía un cuerpo físico y éste se estaba transformando, debía solo dejarlo fluir. La transformación debía ser total. Empezó a alimentarse adecuadamente. Total, no solo somos lo que comemos, también somos lo que vibramos, lo que sentimos, lo que callamos, lo que decimos, lo que hacemos, lo que pensamos.
Sintió que si estaba en la tierra era porque, tenía una misión, y mientras la iría descubriendo, siguió indagando...
Marinés Medina Hernández
Terapeuta en Descodificación Biológica
04/12/2020

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